EL HOMBRE QUE NO PODIA DORMIR


La noche viene cargada de acontecimientos y, a través de la ventana de su casa, Ángel contempla a sus anónimos vecinos con la curiosidad de quien mira y no es capaz de ver. Una llamada telefónica irrumpe en la calma de su improvisado observatorio para desatar una noche en vela donde nuestro personaje vera desfilar ante sí el recuerdo por esa infancia de pan y mantequilla, por la adolescencia del beso escondido y la madurez de cargas policiales y libertades robadas. Sólo el silencio, la calma y la oscuridad de la noche serán cómplices de Ángel hasta ver despuntar el alba y poder recuperar el sueño robado a través de todos esos años.